LA FURIA DEL RIO TARTAGAL
Cuento basado en una tragedia y de la Virgen de La Peña.
Nahuel es un joven de la etnia wichi, que junto a su familia vivía a orillas del río Tartagal, al sur de la ciudad cabecera del departamento General San Martín de la provincia de Salta. Su madre de origen criollo, le decía que descendía de doña Romualda Burgos, una de las primeras personas a quienes se le apareció la Santísima Virgen en el paraje Santa María de Yariguarenda, cercana al apeadero ferroviario del ramal C-15.
Puente sobre el rio Tartagal
Desde pequeño, Nahuel fue educado por su familia en la fe católica, a pesar de la oposición de algunos parientes más relacionados con las tradiciones aborigen, Desde su corta edad, se notaba que era un niño retraído, que no participaba con los pares de su erad en las travesuras propias de los niños, porque él tenía una meta, algún día conocería el Santuario de la Virgen de la Peña.
Cuando llegó la época escolar, un sacerdote que visitaba a las familias que vivían a las orillas del río, hizo las gestiones para que el niño concurriera al colegio San Francisco de Asís, donde fue un excelente alumno y en este marco, orientado por algún religioso, afianzó su devoción por la Virgen.
Por las tardes, después de la escuela, solía sentarse a la orilla del río a contemplar el paso barroso de sus aguas y al puente ferroviario, suspirando el deseo de ver alguna vez pasar un tren, ya que hacía algunos años, que el tráfico ferroviario estaba interrumpido.
Un noche de un fin de semana, el viejo tío Américo, visitó la familia, este vivía por la Ruta Nacional 34, cercano a la ex estacion Yariguarenda, contando esto:
"Los chiriguanos, dicen que por allá al comienzo del siglo XX, un hachero fue sorprendido por una feroz tormenta, que hizo que el estrecho sendero por donde caminaba había desparecido, en su lugar se abrió un profundo barranco y al retornar por donde llegara, vió una víbora que le cortaba el paso, entonces rogando a la Virgen que le perdonara sus pecados y que lo ayudara a llegar a su casa, en una peña cercana apareció la imagen de la Madre de Dios indicándole el camino"
Fue entonces que intervino su madre con otra versión, la visión cristiana de loa hechos, volviendo a referirse a doña Romualda Burgos diciendo:
"Una tarde en que se encontraba con unos parientes, tomando mate en el patio de su ranchito, mirando hacia las Sierras de San Antonio, ¡exclamó! - miren, miren, la ven, que hermosa es la Virgen con el niño Jesús en sus brazos, señalando a una peña que sobresa{ia de los cerros, pero sus parientes no veían nada"
Y la charla y las distintas opiniones, fuero aumentando la curiosidad de Nahuel, a tal punto, que se le hizo una obsesión saber si él podía ver a la Virgen, donde alguno decían haberla visto y otros no.
Era la fiesta de la Virgen de aquel 8 de diciembre del 2008, Nahuel junto a su madre y algunos parientes realizaron la peregrinación cubriendo los trece kilómetros por la ruta nacional 34 y por fin el joven wichi pudo cumplir con esa ansiedad que había crecido en su pecho y la fe que tenía con ella le permitiría ser visible a sus ojos.
Santuario de la Virgen de la Peña
La multitud de fieles cubrió el camino, cruzaron las vías por un camino de tierra y llegaron al lugar del Santuario, pero Nahuel no pudo verla, aunque algunos decían verla, pero por más que esforzara sus ojos, la Virgen no se le aparecía.
Culminaron los festejos, tras la procesión y las habituales ferias, el lugar se fue vaciando de fieles, pero él no quería irse sin verla; le pidió permiso a su mamá para quedarse algunos días total ya habían terminado las clases en el colegio.
Pero los días fueron pasando, el Santuario quedó casi vacío, la plata y las provisiones que le dejó su madre se iba acabando, casi con lágrimas en los ojos escuchó unas suaves palabras que le decía: - Nahuel eres tan buen hijo y tan buena persona que me verás la mañana del 10 de febrero del año que viene, vuelve a tu casa, dile a tu madre que te deje solo cerca del río Tartagal y que ella vaya a la iglesia San Francisco y alli se quede rezando el rosario toda la mañana.
Regresó entonces a su casa, contándole a su mamá lo vivido, esta le pidió que no dijera nada a nadie, porque más que seguro no le creerían y más aún se burlarían de él.
Pasó el tiempo, llegó el mes de febrero, más lluvioso que de costumbre, las precipitaciones en las Serranías de Tartagal sobrepasaron los límites de la laguna del Cielo, produciendose un incremento en el caudal del río Tartagal hasta convertirse en un torrentoso cause que bajaba con toda su furia hacia la ciudad.
Ese 10 de febrero, la lluvia caía intensamente, Nahuel se dirigió a cobijarse bajo el puente ferroviario, donde solía pasar gran parte de los calurosos días de verano, mientras que su madre se dirigía al centro de la ciudad, más precisamente a la iglesia San Francisco.
Iglesia San Francisco
El cielo oscuro como si fuera de noche, se iluminó de repente, cuando un rayo rasgó la oscuridad del cielo, mientras que Nahuel que esperaba ver a la Virgen, lanzó una exclamación diciendo "Gracias madre mía" y tras ello llegó el alud, la furia del río arrastro el puente ferroviario, casas, vehículos, personas e inundó parte de la ciudad.
De Nahuel, nunca se supo más del él, nunca su cuerpo fue hallado, si sabemos que salvó la vida de su madre y que pudo ver a su Madre del Cielo.
Han pasado ya varios año, nadie recuerda a Nahuel, ni al puente ferroviario que un día de verano el rio se los llevó a los dos.
El puente tras el alud del 10 de Febrero del 2009
Cuento incluido en mi libro "Historia sobre rieles" editado en el 2018
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