EL PERRITO DEL PARQUE
Cuento del próximo libro HISTORIA SOBRE RIELES 2
Todos aquellos que viven en la
ciudad de Salta alguna vez deben haber visto a la estatua del perro. Una
simpática escultura pintada de blanco que se encuentra en el Parque San Martín
más precisamente en la esquina de avenida San Martín y la calle Catamarca.
No siempre estuvo en ese lugar
ya que fue trasladado en varias oportunidades de lugar, una de ella en avenida
Hipólito Yrigoyen y San Martín donde hoy se levanta el monumento al poeta
salteño Manuel J Castilla.
Se conoce por una fotografía
que data de 1913 que este pequeño monumento que se encontraba en la puerta de
ingreso al antiguo Zoológico de la ciudad de Salta que fuera inaugurado en 1905
y reemplazado por un Jardín Botánico y un parque infantil en 1933.
Cuando en 1901 asumió la
intendencia de la ciudad de Salta don Ángel Abel Zerda, una de sus primeras
preocupaciones fue el saneamiento de zonas bajas e inundables de la ciudad y la
creación de un espacio verde con lo que nacería el Parque San Martín, que tendría
un espejo de agua (hoy lago Mar del Plata), varias plazas en homenaje a las colectividades
extranjeras, como las plazas Francia e Italia y además un parque Zoológico con
animales autóctonos de la zona.
Pero no hay documentación del
autor de la estatua del perrito, ni porque se eligió este animalito, por lo
tanto, vamos a crear una historia ficticia para tapar este “vacío” en la
historia de nuestro extinto Zoológico de Salta del que solo quedan dos
vestigios, “el perrito” y un arco de piedra en el actual anfiteatro del Parque
Incaico de la plazoleta Cuzco cuya manzana comparte actualmente con el Complejo
Teleférico.
A comienzos del siglo XX don Ángel
Zerda gracias a sus contactos en Europa conoce al arquitecto y diseñador alemán
Gustav Hasse, quien colaboró en las modificaciones realizadas en el zoológico
de Berlín a fines del siglo XIX, de esta manera es que Hasse se compromete a
colaborar y diseñar el futuro Zoológico de Salta.
En 1902 el arquitecto alemán
arriba a la ciudad de Buenos Aires en el paquebote alemán Bremen, y de
inmediato tras contactarse a través del consulado alemán con las autoridades
salteñas se pone en campaña de trasladarse a la ciudad de Salta por medios
ferroviarios.
Puede ser que estando en
Buenos Aires empezara a pergeñarse el personaje motivo de este relato, fue cuando
al salir del hotel donde estaba hospedado, un perrito estaba en medio de la
vereda como esperándolo a él frente la puerta de entrada, sentado sobre sus
patas traseras.
Quizás no le prestó mucha
atención ya que era común ver perros vagabundos en el centro de las ciudades y
este no sería la excepción. Días después llegaba a la estación Retiro del FC
Central Norte y tampoco le llamo la atención, salvo que parecía el mismo, que
en el andén y cuando ya estaba instalado en el camarote lo viera desde la ventanilla
a ese perrito con el mismo color blancuzco y como una pose similar a la vista
días pasados y que parecía que lo estuviera despidiendo.
Pero este suceso no acabaría acá, ya que al llegar a la ciudad de Córdoba y debido a una larga hora de estancia en la estación de Alta Córdoba, decidiera estirar las piernas y salir a caminar sin alejarse mucho de la estación, fue cuando en la vereda del frente, donde se ubicaban varios hoteles le pareció ver por un momento al mismo perrito que viera en Buenos Aires, pensando que sería una tontería que fuera el mismo, aunque cuando cruzó la avenida para observarlo mejor, este había desaparecido.
ESTACION ALTA CORDOBA
Tras el largo trayecto que duraba por ese entones casi cuatro días, llegó a la ciudad de Salta, allí lo esperaban funcionarios del Municipio que en un coche de plaza lo trasladaron al centro de la ciudad desde la estación local.Fue alojado en el llamado
Plaza Hotel, frente plaza 9 de Julio en el primer piso con un balcón sobre
calle España. Como por lo general hacen todas las personas, es de asomarse al
balcón para ver la vista panorámica y fue cuando sobre uno de los canteros de
la plaza vio o creyó ver al perrito, se dijo: es que estoy obsesionado o mi
vista me juega una mala pasada. Ingreso a la habitación y desplegó una serie de
papeles con los proyectos y las solicitudes que le hiciera en intendente Zerda
sobre el zoológico que incluía una escultura de un animal, sin especificar de
qué especie.
PLAZA HOTEL
Se puso a analizar esa noche previa a la reunión cual sería el animal elegido, pensó primero en una llama o guanaco, pero lo desecho, luego un avestruz o alguna ave palmípeda, pero tampoco le gustó la idea, sería mejor un cóndor, por su majestuosidad además de ser un animal de la región, un cóndor sería entonces.
Antes de llegar al Cabildo,
que por ese entonces era el lugar donde funcionaba la Intendencia Municipal, tuvo
que cruzar la plaza, allí se paró a contemplar la Pirámide de Mayo, por
supuesto muy distinta a la de Buenos Aires y que luego sería demolida para
construirse en su lugar el monumento al General Juan Antonio Álvarez de Arenales; y mientras veía esta construcción a
su lado y sentado sobre sus cuartos traseros había un perro de totalidad
blancuzca, de los tantos que vagabundeaban por la plaza, pero este lo miraba
con una carita que no denotaba ni tristeza ni alegría, ni amenaza ni simpatía,
solo lo miraba a él, se levantó dio media vuelta y se alejó hacia la Iglesia de
los Jesuitas y allí desapareció.
LA PLAZA EN 1913
Ya en la reunión con las autoridades municipales y explicando su proyecto, cuando se le preguntó que animal le parecía que podía estar a la entrada del zoológico, solo una imagen se le vino a la mente y les dijo: UN PERRITO BLANCO SENTADO SOBRE SUS PATAS TRASERAS.
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