sábado, 8 de mayo de 2021

                        EL CHAGUANQUERO

Crónicas de viajes


Estación Salta, muy de mañana, Facundo y Tomás junto con mamá Maria, esperan la salida del tren de aquel día de verano de hace muchos años.

La formación esta detenida en el anden 3, formada por la locomotora Diesel, el vagón correo, seis coches de pasajeros, dos de categoría segunda y tres de primera (todos de color marrón); completando la formación, un coche comedor y el tradicional vagón de cola de color verde.

En el centro de cada coche, había un cartel de color blanco, algunos decía "Manuela Pedraza" y otros "Pocitos", ya que este tren llegaba hasta la localidad de Salvador Maza, cuya estación se denomina Pocitos y algunos quedaban en la ciudad de Tartagal t que por ese tiempo de denominaba Manuela Pedraza.

Tomás que era el más pequeño hacía su primer viaje, Facundo que tenía algunos años más, ya había viajado en otra oportunidad con su papá, por lo tanto, él iba a ser para su hermanito el guía de turismo.

Como en la mayoría de los casos, el hermano mayor era el ídolo del más pequeño por lo tanto le va a creer todo lo que le dice, aunque en algunos casos no sea cierto lo que le dice.

Ya acomodados en uno de los coches de primera, Tomás comienza con lo que va a ser la tema{tica del viaje, descubrir todo lo que para él es desconocido, como ser el tren, sus compartimentos, sus pasajeros y sobre todo las estaciones como así los paisajes que ira descubriendo.

La madre debe poner por lo pronto paños fríos ante tanta ansiedad, en el momento que, con un estridente silbato de la locomotora, la campana de la estación y un silbato del guarda, la formación con los chirridos característicos, se pone en marcha y para los chicos, rumbo a sus vacaciones, pero sobre todo para Tomás, la más importante aventura de sus pocos años de vida.

Como van sentado del lado derecho de la formación, comienzan a desfilar por sus ojos los barrios del norte de la ciudad, recostados sobre los cerros de Tres Cerritos, cruzando raudamente el apeadero Km 1129. 

Dejando la ciudad cruzan el rio Mojotoro y su gran puente ferroviario, es ahí que Facundo pone una cara de pícaro, porque sabe lo que va a pasar en unos minutos y de repente el luminoso día se transforma en una noche oscura, Tomás pega un grito sin saber que el tren ha ingresado al túnel del Mojotoro (único de este ramal) y que cruza las serranías del Gallinato, dejando el valle de Lerma e ingresando al de Sianca.


                                                       Túnel del Mojotoro (ramal C-13)

Por ahora los chicos están tranquilo, miran pasar algunas estaciones sin que ambos sepan sus nombres, tampoco su mamá, pero estas eran las estaciones de Mojotoro, Betania y El Bordo. En esta última les llama la atención la gran fabrica de cementos Minetti, que por esa época trabajaba a su máxima capacidad, arrojando las grandes columnas de humo blanco al cielo azul de aquel día de verano.

Y llegan a la primera parada, con el permiso de su mamá, bajan a la estación, están en la ciudad de General Guemes y ambos como chicos que son corren por el anden esquivando a los numerosos pasajeros que van subiendo al tren con todas clases de bultos que van acomodando en cualquier lugar, mientras a pesar de ser temprano, se siente el olor de las frituras y los vendedores que vocean todas clases de productos.

Después de un tiempo, suena la típica campana de la estación, y un guarda que dice "todos a bordo" mientras hace sonar su silbato que se opaca con el de la locomotora, los chicos corren a treparse a su vagón, ante la mirada preocupada de mamá.


                      Estación cabecera del ramal C-13 y empalme con la linea principal C

De ahora en adelante el tren se detendrá en todas estaciones, con un increíble movimiento de gentes, bultos y hasta pequeños animales de granja o mascotas que viajaban en el extinto "Chaguanquero".

En esos momentos, aparece el guarda con su característica tiquetera perforan los boletos que María se apresura a extender y además le pregunta si hará uso del coche comedor y como ella es muy precavida y sabiendo lo largo del viaje, había llevado una canasta con alimentos preparados (milanesas, huevos duros, un pollo hervido, pan, galletas y unas pequeñas botellas de gaseosa "Pastore"), por lo que le dice al guarda que no hará uso del comedor, además para ahorrar la poca plata que llevaba en el viaje.

Nuevamente, el guarda hace su aparición, de ahora en adelante irá anunciando las estaciones donde parara el convoy, Pampa Blanca, Maquinista Verón y Perico.




La mañana va pasando apaciblemente, ya en territorio jujeño, los niños empiezan su exploración, yendo de primera a segunda, esquivando viajeros y bultos, en horas de la tarde le esperan varias sorpresas.

Se anuncia pero en la estación Perico, el tren hará una larga parada, esperando al tren que viene de la Quebrada de Humahuaca y que se acoplará a su tren; así que aprovechan esta vez tomado de las manos de su madre para recorrer el frente de la estación, incluso cruzan la avenida Belgrano, miran un poco los comercios ubicados en sus alrededores y como todo chico se hacen comprar unas ricas empanadillas rellenas de dulce de cayote.

En la estación Perico nace el ramal C-15 y que comúnmente se lo conocía como el ramal jujeño y es acá donde el tren toma verdaderamente su apodo y cuando tanto Tomás y Facundo, indagan el porqué de ese nombre. Como María ha viajado varias veces en él, les explica a que se debe a que los indios (hoy diríamos aborígenes), se los denominaban despectivamente "chaguancos", sin distinguir las diversas etnias como los chané, chiriguanos, matacos, tobas, wichi, etc. todos habitantes de las provincias del norte argentino.

Dicha gente se trasladaban a lo largo del trayecto del tren, ocupándose como trabajadores "golondrinas" en las distintas cosechas, pero principalmente en la zafra (cosecha de la caña de azúcar), de cítricos como naranja y pomelos de Urundel, los tomates de Colonia Santa Rosa y otros.

Siguen desfilando por sus ojos las estaciones de San Juancito, La Mendieta y San Pedro de Jujuy, que a partir de allí tendrán un nuevo atractivo, que es la Ruta Nacional 34, que circula junto a las vías, pudiendo contar los escasos vehículos que recorren la polvorienta ruta (ya que por ese tiempo no había llegado el asfalto)



                                     Estaciones de La Mendieta y San Pedro de Jujuy

Nuevas paradas, nuevas estaciones y nuevos amigos, que se han unido al juego del tránsito entre vagón y vagón, ya que ahora lleva más coches provenientes del norte jujeño; en uno de ellos descubren a varias mujeres con amplios vestidos de colores, con el cabello trenzado y sombreros redondos y que hablan en un extraño lenguaje, corren a consultarle a mamá de este nuevo descubrimiento, Maria le explica que son "las cholas", estas mujeres en su mayoría son ciudadanas bolivianas y ese lenguaje extraño que hablan, se llama idioma quechua.

Se aproxima la hora de almorzar, pero por ahora nos le importa que el tren se detenga en distintas estaciones y que en todas ellas suban y bajen nuevos pasajeros con distintos bultos y hasta con pequeñas jaulas con pequeñas aves que su mamá le explican que son catitas.

Mientras comen el tren cruzó las estaciones de El Quemado, Chalicán y Fraile Pintado, y después que el tren da una amplia curva, comienzan un pequeño descenso a un amplio valle, rumbo a una gran columna de humo que se alza hacia el cielo y un extraño olor nunca percibido por los chicos, es el gran Ingenio Ledesma.



                                     Estaciones de El Quemado - Chalican y Fraile Pintado

Los chicos están fascinados con sus nuevos amigos y con la panza llena, detienen sus juegos por un rato, contemplando pasar y pasar filas y filas de cañas de azúcar y el gran río San Francisco saliendo de la localidad de Ledesma. Ahora el paisaje empieza a cambiar nuevamente, a lo lejos ven los cerros del parque Nacional Calilegua y también los grandes cultivos de cítricos con sus frutos anaranjados y amarillos, que contrastan con el verde de sus arboles.

La tarde transcurre plácidamente, los pequeños ventiladores del techo del vagón, no son suficiente para apaciguar el calor reinante. María hace una pequeña siesta, mientras que los chicos se adormecen en sus asientos, pero mirando con los ojos medio cerrados el paisaje que es novedoso; más estaciones desfilan por aquellas cabecitas curiosas: Calilegua, Caimancito, Yuto, Urundel, Saucelito, hasta que el guarda anuncia una parada de media hora en la estación Pichanal, ahora podrán bajar a correr por los largos andenes de esta estación.

                                                                    Ledesma


                                                            Calilegua

                                                                     Caimancito

                                                                    Yuto

                                                                      Urundel


                                                                Saucelito

                                                                         Pichanal

Como la dicha es corta, la aventura en esta estación dura poco y nuevamente el tren se pone en marca, ahora rumbo a la gran frontera norte, dirigiéndose al maravilloso río Bermejo, que por ese tiempo de lluvias está bastante crecido y la admiración por ese poderoso y traicionero río, es de todo el pasaje. La formación ferroviaria, con sus sonidos clásicos, cruza lentamente el inmenso puente del río que alguna vez separó el norte del departamento San Martín con el resto de la provincia y que solo se lo superaba con botes o chalanas cuyo embarque de pasajeros y mercaderías darían lugar al nacimiento de la ciudad de Embarcación.



                                      Río Bermejo y estacion Embarcación

Por aquella época, el monte cubría gran parte del trayecto hasta la frontera con Bolivia, no había casi sembradíos, la gran actividad estaba representada por la forestal. Cuando el tren cruzó la estación Campichuelo pudieron observar por las ventanillas, las hileras de troncos que esperaban ser cargados en los trenes de cargas.

Otra sorpresa les esperaba en este viaje, después de haber dejado atrás la estacion de Senda Hachada y siendo la hora de la merienda, a María le llamo la atención que de repente empezara a oscurecerse la tarde; raro para la hora y la época, ya que hasta hace unos momentos brillaba el sol. El tren frena en medio de la nada o mejor dicho en medio de un tupido monte, - que ocurre es la exclamación del paisaje.

- Mamá que es ese sonido, dice Tomas.

Previendo una desgracia algunos hombres bajan de la formación, para volver a subir presurosamente moviendo sus brazos como aspas; no era otra cosa que una gigantesca manga de langostas conocida como "tacuras", que cruzaban esa parte del camino, haciendo casi imposible la visión del conductor, que tuvo que detener la locomotora, hasta que este fenómeno de la naturaleza hubiera pasado, algo así pero con otra clase de animales, como los búfalos de la pradera norteamericana que obligaban a detener los trenes en el siglo XIX en el Lejano Oeste hasta que millares de ellos cruzan por las vías.

Los chicos y casi todo en el vagón y también en los otros coches, debieron cerrar todas las ventanillas, pero a pesar de ello, ciento de langostas se colaron en el tren, tuvo que pasar un rato largo hasta que a poco a poco se fuera aclarando el cielo y la manga cruzara la linea férrea y después de haber expulsada las intrusas y de sacar todas las que pudieron matar con todas clases de objetos y de arrojarlas por las ventanillas, quedando un extraño olor que poco a poco se fue disipando con el aire de la tarde que caía lentamente.

                                                      Campichuelo


                                                         Senda Hachada


                                                         General Ballivian

                                                              Coronel Cornejo


                                              General Mosconi (ex estacion Vespucio)

Pero no todo el viaje fue placentero e iba a terminar mal para Facundo, porque cerca de General Mosconi y con las primeras estrellas en el firmamento y como hacen los chicos en general, que sacan sus cabecitas por las ventanillas para que el viento jugara con sus cabellos y en esos momentos un pequeño insecto se introdujo en uno de los ojos del niños, que con los últimos kilómetros de viaje le fue imposible ver ni interesarse en nada, hasta que ya en Tartagal le pudieron sacar el pequeño bichito que tuvo la osadía de viajar en el ojito de Facundo, ni aún cuando Tomás preguntaba como se llamaban esas  plantas que cubrían toda la visión desde el tren, estaba preguntando sobre "los tártagos", de quién tomaría la ciudad de Tartagal, que cuando se realizó este viaje se llamaba MANUELA PEDRAZA.


                                                           Estación Tartagal

Del libro HISTORIA SOBRE RIELES - Editado en abril de 2018 de mi autoria.



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