sábado, 8 de mayo de 2021

 

EL PERRITO DEL PARQUE

Cuento del próximo libro HISTORIA SOBRE RIELES 2

Todos aquellos que viven en la ciudad de Salta alguna vez deben haber visto a la estatua del perro. Una simpática escultura pintada de blanco que se encuentra en el Parque San Martín más precisamente en la esquina de avenida San Martín y la calle Catamarca.

No siempre estuvo en ese lugar ya que fue trasladado en varias oportunidades de lugar, una de ella en avenida Hipólito Yrigoyen y San Martín donde hoy se levanta el monumento al poeta salteño Manuel J Castilla.


Se conoce por una fotografía que data de 1913 que este pequeño monumento que se encontraba en la puerta de ingreso al antiguo Zoológico de la ciudad de Salta que fuera inaugurado en 1905 y reemplazado por un Jardín Botánico y un parque infantil en 1933.



Cuando en 1901 asumió la intendencia de la ciudad de Salta don Ángel Abel Zerda, una de sus primeras preocupaciones fue el saneamiento de zonas bajas e inundables de la ciudad y la creación de un espacio verde con lo que nacería el Parque San Martín, que tendría un espejo de agua (hoy lago Mar del Plata), varias plazas en homenaje a las colectividades extranjeras, como las plazas Francia e Italia y además un parque Zoológico con animales autóctonos de la zona.

Pero no hay documentación del autor de la estatua del perrito, ni porque se eligió este animalito, por lo tanto, vamos a crear una historia ficticia para tapar este “vacío” en la historia de nuestro extinto Zoológico de Salta del que solo quedan dos vestigios, “el perrito” y un arco de piedra en el actual anfiteatro del Parque Incaico de la plazoleta Cuzco cuya manzana comparte actualmente con el Complejo Teleférico.

A comienzos del siglo XX don Ángel Zerda gracias a sus contactos en Europa conoce al arquitecto y diseñador alemán Gustav Hasse, quien colaboró en las modificaciones realizadas en el zoológico de Berlín a fines del siglo XIX, de esta manera es que Hasse se compromete a colaborar y diseñar el futuro Zoológico de Salta.

En 1902 el arquitecto alemán arriba a la ciudad de Buenos Aires en el paquebote alemán Bremen, y de inmediato tras contactarse a través del consulado alemán con las autoridades salteñas se pone en campaña de trasladarse a la ciudad de Salta por medios ferroviarios.

Puede ser que estando en Buenos Aires empezara a pergeñarse el personaje motivo de este relato, fue cuando al salir del hotel donde estaba hospedado, un perrito estaba en medio de la vereda como esperándolo a él frente la puerta de entrada, sentado sobre sus patas traseras.

Quizás no le prestó mucha atención ya que era común ver perros vagabundos en el centro de las ciudades y este no sería la excepción. Días después llegaba a la estación Retiro del FC Central Norte y tampoco le llamo la atención, salvo que parecía el mismo, que en el andén y cuando ya estaba instalado en el camarote lo viera desde la ventanilla a ese perrito con el mismo color blancuzco y como una pose similar a la vista días pasados y que parecía que lo estuviera despidiendo.

Pero este suceso no acabaría acá, ya que al llegar a la ciudad de Córdoba y debido a una larga hora de estancia en la estación de Alta Córdoba, decidiera estirar las piernas y salir a caminar sin alejarse mucho de la estación, fue cuando en la vereda del frente, donde se ubicaban varios hoteles le pareció ver por un momento al mismo perrito que viera en Buenos Aires, pensando que sería una tontería que fuera el mismo, aunque cuando cruzó la avenida para observarlo mejor, este había desaparecido.

                                                     ESTACION ALTA CORDOBA

Tras el largo trayecto que duraba por ese entones casi cuatro días, llegó a la ciudad de Salta, allí lo esperaban funcionarios del Municipio que en un coche de plaza lo trasladaron al centro de la ciudad desde la estación local.

Fue alojado en el llamado Plaza Hotel, frente plaza 9 de Julio en el primer piso con un balcón sobre calle España. Como por lo general hacen todas las personas, es de asomarse al balcón para ver la vista panorámica y fue cuando sobre uno de los canteros de la plaza vio o creyó ver al perrito, se dijo: es que estoy obsesionado o mi vista me juega una mala pasada. Ingreso a la habitación y desplegó una serie de papeles con los proyectos y las solicitudes que le hiciera en intendente Zerda sobre el zoológico que incluía una escultura de un animal, sin especificar de qué especie.


                                                                     PLAZA HOTEL

Se puso a analizar esa noche previa a la reunión cual sería el animal elegido, pensó primero en una llama o guanaco, pero lo desecho, luego un avestruz o alguna ave palmípeda, pero tampoco le gustó la idea, sería mejor un cóndor, por su majestuosidad además de ser un animal de la región, un cóndor sería entonces.

Antes de llegar al Cabildo, que por ese entonces era el lugar donde funcionaba la Intendencia Municipal, tuvo que cruzar la plaza, allí se paró a contemplar la Pirámide de Mayo, por supuesto muy distinta a la de Buenos Aires y que luego sería demolida para construirse en su lugar el monumento al General Juan Antonio Álvarez de  Arenales; y mientras veía esta construcción a su lado y sentado sobre sus cuartos traseros había un perro de totalidad blancuzca, de los tantos que vagabundeaban por la plaza, pero este lo miraba con una carita que no denotaba ni tristeza ni alegría, ni amenaza ni simpatía, solo lo miraba a él, se levantó dio media vuelta y se alejó hacia la Iglesia de los Jesuitas y allí desapareció.


                                                                     LA PLAZA EN 1913

Ya en la reunión con las autoridades municipales y explicando su proyecto, cuando se le preguntó que animal le parecía que podía estar a la entrada del zoológico, solo una imagen se le vino a la mente y les dijo: UN PERRITO BLANCO SENTADO SOBRE SUS PATAS TRASERAS.


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