viernes, 19 de marzo de 2021

 TITO, el muchacho de Saujil

Cuento

Es muy temprano, el sol lucha por salir tras las sierras del Ambato, las campanas de la parroquia Nuestra Señora de la Candelaria, llaman a la primera misa del día, el tranquilo y pintoresco pueblito de Saujil se va despertando tras una noche muy fría, como todas noches de aquel mes de octubre de 1950.


                                           Parroquia Ntra Sra de la Candelaria

- Arriba chango, se siente una cálida voz en un ranchito en las afueras del pueblo; una precaria construcción de adobe y techo de paja, construida hace ya un tiempo largo por don Jorge Acuña, que dejó este mundo un día fatal de una tormentosa tarde de verano, alcanzado por un rayo, mientras recorría los campos bajando desde El Potrero, tras buscar unas cabritas que se habían perdido en las serranías. 

Si bien el ranchito era muy pobre, no lo era el jardín que lo rodeaba, con árboles frutales y por esa época los durazneros cubiertos de flores, que presagiaban una fructífera cosecha. Unos hermosos sauces llorones brindaban una sombra maravillosa en las calurosas tardes que pronto llegarían. 

Doña Julia, además de ser una madre cariñosa, era una hábil jardinera, pues el ranchito estaba prácticamente envuelto en colores y fragancias, provenientes de las numerosas plantas que cultivaba con sus callosas manos, que antes supieron acariciar a su hombre, hasta que este partiría de este mundo, además a su único hijo Tito, que fue la razón de su vida al quedar viuda, criándolo con esmero desde que era un crío y quién no dejaba de preguntar cuando volvería su tata.

- Arriba chango, se volvió a escuchar a la misma voz, ya está el mate cocido servido, dijo la mamá, a quién Tito amaba con toda su alma y que como buen hijo no quería hacerla renegar.

- Debes apurarte, porque pronto llegará el tren, dijo doña Julia, en efecto en la cercana estacion de SAUJIL, arribaba todas las mañanas desde la estacion de Mazán, tren que circulaba hasta la estacion de Andalgalá, el cual regresaba en horas de la tarde, así Tito recorría los casi dos kilómetros desde su rancho hasta la estación, para vender los productos que la tierra les brindaba y que era el principal sustento de su pequeña familia.

Una vez que el tren se detenía, Tito empezaba a vocear los productos que tenía en su canasto de mimbre y que los pasajeros compraban, pero no solo vendía sus cositas y recogía las pocas monedas que le dejaban algunos compradores, sino lo que le fascinaba era ver pasar ese tren de solo tres vagones tirados por una ruidosa máquina de vapor , aún que más le gustaba ver era los trenes de cargas con vagones fruteros de color blanco, pensando que alguna vez sería ferroviario.



                            Estación Saujil tras el cierre del ramal A-4 del FC Belgrano

Y así transcurría la vida del pequeño Tito, que fue dejando de a poco su niñez, para ser un atractivo joven, que hacía suspirar alguna de las chinitas compañeras de la escuela primaria o aquellas que en días de fiesta solían frecuentar, además de cuidar a su madre, que fue perdiendo fuerzas y salud, hasta que un día no despertó más y se fue a reunir con su amado Jorge.

Tito se quedó solo y ya por esos tiempos corría la voz que el ramal se iba a cerrar y 'el no sabría que hacer "sin sus queridos trenes". La tierra le había brindado su sustento, pero sus seres queridos ya no estaban allí, era momento de emigrar y si fuera posible donde los trenes seguirían corriendo, por eso es que un día llego a Tucumán.


                                           La ex estacion Saujil (Catamarca) año 2013

Tito solo había cursado la primaria, pero se sentía fuerte para trabajar en lo que sea y si era cerca de una estación ferroviaria mejor. Buscó un lugar donde vivir con el dinero que pudo reunir cuando liquidó sus posesiones a un vecino de Saujil. 

Tras el duro trabajo en el Mercado de Abasto de la ciudad de San Miguel de Tucumán, se dirigía a la estacion del bajo del Ferrocarril Belgrano, donde casa mañana pasaba rumbo a la estacion Retiro el llamado "Tren Cinta de Plata", además de la circulación de los trenes de cargas sobre todo los trenes cañeros.

                                           Frente de la estacion TUCUMAN N (año 2014)

Un día fue observado por un hombre de edad, que resultó ser un ferroviario jubilado, que como él, sentía la necesidad de ver diariamente los trenes. Y acá cambió su vida, ya que el destino le tenía preparado otro futuro. El "viejo" ferroviario le anotició que en los talleres ferroviarios de Tafí Viejo, estaban tomando operarios a prueba; hacía allí partió Tito, con la esperanza de cumplir son su sueño de la niñez.

Por su capacidad de trabajo y su predisposición a cualquier puesto, pronto fue admitido en los talleres y destinado a la carpintería, donde por ese tiempo se reparaban y construían, tanto vagones de pasajeros como de cargas, y así tuvo la oportunidad de no solo viajar en trenes, sino también de repararlos, desde ese momento fue "Tito el de Saujil", para todos sus compañeros y amigos.


                                        Los talleres de Tafi Viejo en la época de Tito

Al principio tomaba todos los días "El tren de los obreros" que lo llevaba y traía desde San Miguel de Tucumán a Tafí Viejo, hasta que decidió que debía vivir más cercano a su trabajo. Fue entonces que consiguió una pensión en la calle Congreso, a solo una cuadra de los talleres, además comía en un bodegón en la esquina de su casa.

Una tarde libre, decidió conocer más la ciudad de Tafí Viejo, recorriendo la avenida Leandro N. Alem, la parroquia de la Inmaculada Concepción, la plaza Mitre y en aquella tarde de verano conoció a quién sería su esposa y madre de sus dos hijos.

Una primera cita, un romance de pocos meses y ya Tito era un cariñoso esposo y también muy querido entre sus compañeros de trabajo. Pronto se mudaron a la calle Buenos Aires, siempre cercana a los talleres, donde alquilaron una casita, ya que Tito era un hombre trabajador, sino que sabía ahorrar, lo que le permitió tener su primer hogar. Llegaron asi los dos hijos del matrimonio, primero fue Julia Mabel, en homenaje a sus abuelas y un año después "un futuro ferroviario", Jorge Enrique también como sus abuelos.

Corrían tiempos difíciles en el país, ese invierno de 1974, fallecía el presidente Perón, en los talleres habían disminuido mucho los trabajos y se sucedían los despidos. Tito desde hacía unos meses era el delegado de su sector en la fabrica, aunque él no militaba en el peronismo, pero por sus cualidades y buena persona fue elegido por sus compañeros.


                              Sector de carpintería año 2012 (totalmente abandonado)

Lo que caracterizaba a los talleres era la estridente sirena, que convocaba a los trabajadores a sus labores. Ese fatídico día de abril de 1976, sonó como todas las mañana la sirena, Tito tras besar a su esposa y a sus pequeños hijos marchó a su trabajo. Esa tarde sonó la sirena de finalización de las labores, Alicia, que era el nombre de la esposa de Tito, empezaba a preparar la cena, pasaron los minutos y luego las horas y su esposo no regresaba a casa. La mujer pasó casi la noche en vela, pensando que estaría haciendo horas extras, ya regresaría a la mañana, pensó, pero esta llegó y Tito seguía sin aparecer. Decidió entonces llegarse hasta los talleres a ver que pasó con su esposo, allí le comentaron que en la tarde anterior se había retirado con unos hombres de trajes que lo fueron a buscar.

Alicia, entonces recorrió todos los lugares donde pudo haber sido llevado, pero a Tito se lo había tragado la tierra, luego sería un desparecido más de la dictadura que se cernía sobre el país. Alicia desapareció de Tafí Viejo y nunca más de supo de ella y sus hijos.

NOTA: Si bien este es un cuento de mi imaginación, es en homenaje a los desaparecidos en 1976 de los talleres de Tafí Viejo, que me fue inspirado cuando conocí las placas de los obreros que fueron victimas durante la última dictadura.

DEL LIBRO: "Historia sobre rieles" de mi autoría publicado en el año 2018 



  

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